¿Qué es el amor? Buscar una respuesta consensuada a esta pregunta en los diccionarios, puede resultar infructuoso. La diversidad de usos y significados y la complejidad de los sentimientos que abarca hacen que el amor sea especialmente difícil de definir de un modo consistente.  Dependerá de la especialidad del léxico consultado, si es de biología, dirá que el amor está relacionado con una serie de reacciones químicas en el cerebro muy particulares, así como variaciones en los niveles de algunas hormonas de nuestro organismo, que suelen desencadenar emociones placenteras e incluso adictivas. 

En el contexto filosófico, el amor es una virtud del ser humano que representa todo el afecto, la bondad y la compasión, ligada al bien y contrapuesta a su antagonista el mal. Para la Psicología, un sentimiento relacionado con el afecto y el apego, productor de una serie de actitudes, emociones y experiencias, en sus diversas formas y que actúa como importante facilitador de las relaciones interpersonales. Para la religión, trasciende del sentimiento y pasa a considerarse la manifestación de un estado del alma o de la mente, es bondad, compasión, afecto, y el motor que mueve todas las acciones desinteresadas dirigidas a hacer el bien, identificada en algunas religiones con la fuerza que mantiene unido el universo. 

Para la antropología, lo que conocemos como amor parece ser un estado evolucionado del primitivo instinto de supervivencia, que mantenía a los seres humanos unidos y heroicos ante las amenazas y facilitaba la continuación de la especie mediante la reproducción. Según la ciencia actual, expresiones de procesos cerebrales que la evolución proporcionó al ser humano; la idea del alma, o de algo parecido al alma, probablemente apareció hace entre un millón y varios cientos de miles de años.

No solo encontramos variedad de definiciones, sino tipos de amor como el amor romántico, incondicional, fraternal, filial, platónico, o en el griego el amor Eros, Filós y Ágape.

 Y no ayudará mucho un análisis etimológico que nos dirá que del latín amor es mamá, y menos aún del griego A, sin y sin amor muerte, vale decir más bien una característica, el Amor es eterno.

Efectivamente, nuestro breve recorrido por los diccionarios no fue de mucha utilidad, por cuanto estábamos tras un concepto universal, y abstracto que, como tal, tiene significados complejos, ya que no se trata de algo tangible y su interpretación puede ser muy subjetiva sin embargo, si consultamos a otro libro, del todo singular, la Biblia,  encontraremos otras respuestas a nuestra búsqueda, quizás hasta contrapuestas,  pero de ningún modo garantizan el fin de la búsqueda, antes bien podría motivar mayor investigación. 

Por ejemplo, en la Biblia el amor si bien es universal, no es un concepto ni es abstracto, porque en la Biblia amor es Dios, que en la humanidad se manifiesta de diferentes maneras de acuerdo al tipo de relaciones que se establezcan, de pareja (Eros), entre hermanos o amigos (Filial), o el de Dios hacia sus criaturas (Ágape).

“El que no ama no ha conocido a Dios; porque Dios es amor” (1 Juan 4:8)

“…Dios es amor; y el que permanece en amor permanece en Dios y Dios en el” (1 Juan 4:16).

Estos textos Juaninos, son absolutamente confirmados por uno de los más hermosos escritos del inspirado apóstol Pablo, cuando escribe la primera carta a los corintios. El capítulo 13 contiene la más preciosa y precisa descripción del qué y el cómo, es el amor.

Comienza diciendo que no importa que capacidades o que habilidades tengamos, sin amor no sirven de nada y yo no soy nada. Ni la inteligencia, ni la fe, ni la dadivosidad o el altruismo sirven, me puedo dar a mí mismo por otros y no tendrá valor alguno. Dios es amor, sin Dios nada soy, nada puedo.  Con Dios, todo. El citado escrito continua así: 

El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece;

no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor;

no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad.

Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará.

Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos;

mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará.

(1 corintios 13: 4-10)

Todas características de la Divinidad. Sin lugar a dudas, es bueno, no es jactancioso, no se gloría, hace lo correcto, no es rencoroso, es perdonador, no se irrita, es justo y verdadero, todas estas, virtudes que deberíamos buscar de Él.  Y las propias de la Deidad: eterno, omnisapiente, perfecto.

Pero comienza diciendo que el amor es sufrido, no dice que fue, como aludiendo a los pasajes de la pasión de Cristo. Dice que es y es habla de una condición permanente de un estado del ser.  Dios es sufrido. 

Cuesta asimilarlo, pero Dios es sufrido en cuanto a su relación con la humanidad, recordamos cuando al poco andar de la creación dice que:

“Se arrepintió Jehová de haber hecho al hombre en la tierra, y le dolió en su corazón” (Génesis 6:6).

Esta declaración que intenta en un lenguaje humano plasmar lo que Dios podría sentir ante la rebelión de sus criaturas. Le dolió en su corazón, porque su amor total, pleno, tal que estuvo dispuesto a darse todo, no fue y no es, correspondido, condición permanente también. Le dolió en su corazón; tal dolor escapa a la comprensión humana, vislumbrada tenuemente, quizás, por quien amando con un amor que no le es propio a ningún ser humano, porque lo recibe de Dios, lo entrega sin reservas a un hijo, hermano o amigo o a quien quiere y no es correspondido.

Cuando no hay correspondencia, reciprocidad, se produce el sufrimiento.  Dios no es amado, como él quisiera serlo y él es sufrido, ese único amor que fluye entre nosotros también lo es. La diferencia está en el que nosotros difícilmente lo explicitámos, antes bien, intentamos entregarlo en la medida en que creemos recibirlo, paradojalmente, para evitar sufrir, pero Dios nos dice cómo nos ama y como quisiera que lo amasemos:

“Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Juan 14:15).

Un breve paréntesis aquí, para aclarar que sus mandamientos son todos, no diez, ni unos más importantes que otros, ni los dos que resumen diez, ni el nuevo que los sintetiza; y guardar sus mandamientos, es lo que nos hace felices, porque ese es el propósito de toda ley, regular y hacer grata la convivencia entre nosotros, amarlo a él es amarnos entre nosotros. Él quisiera ser amado de manera que seamos felices y salvos. Porque el que no lo ama no lo ha conocido y en conocerlo está la vida eterna.  

Cuando así lo amemos, ¿dejará de ser sufrido? No hasta que Jesús no regrese, porque el amor es sufrido, solo que, sin temor a la no correspondencia, porque:

“En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el amor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.” (1 Juan 4:18).

Que lleve en si castigo, significa que es sufrido.  Entonces sufriremos, pero por no estar suficiente tiempo con el ser amado, por no comunicarnos más frecuentemente, porque querremos mayor y mejor permanencia y porque el amor no es nunca reciproco en la forma y eso, hay que aceptarlo.

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